La antigua, profundamente ancestral visión del mundo, que exigía ajustarse a las leyes de la Naturaleza, que es el verdadero nombre de la realidad.
La Naturaleza es el sol, es la luna; es el aire; es el fuego; es el agua, el cosmos y la tierra; y la Naturaleza somos nosotros, nuestra conciencia, nuestros sentimientos, nuestras sensaciones. La naturaleza produce y crea, y nosotros producimos y creamos.
La naturaleza es quien domina y controla los elementos; puede ser serena o exaltada. Plácida y generosa o temible.
Todas las Diosas madres de la antigüedad la representaban.
Las leyes de la Naturaleza dominan y controlan los elementos, dominan las fuerzas sobrenaturales y desconocidas del Cosmos, y dominan nuestra espiritualidad, nuestro extraordinario mundo interior.
La naturaleza es la reguladora del código genético, de modo que asegura la inmortalidad de cada entidad, a pesar de la aparente destrucción.
“Los humanos de esta tierra somos una sola Nación. Nos abrimos como el aire y el mundo fluye en nosotros como el viento. El mundo forma parte de nosotros como el viento forma parte del aire.
No tenemos fronteras —somos todo lo que experimentamos, sabemos, sentimos-y ello entra en interacción con todo, haciéndonos pertenecer a este planeta privilegiado. Hay un sólo mal, y es el error. Hay un sólo demonio; la inmadurez".
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